Pensamiento

¿Gana o pierde majestad el Nobel de la Paz con su otorgamiento a María Corina Machado?

Los encargados de otorgar el Premio Nobel de la Paz sorprendieron este 2025 al hacer merecedora de la distinción a la activista venezolana María Corina Machado, opacando la campaña internacional por el premio emprendida por el presidente norteamericano Donald Trump.

La polémica encendió los titulares tanto como si el ganador hubiera sido el mismo Trump.

En caso de que su nombre hubiera sido favorecido, ¿merecía el premio el presidente que ha ordenado (según sus propias fuentes) la muerte de al menos 17 personas en el mar Caribe?, ¿que ordenó a sus tropas el bombardeo de territorio iraní?, ¿que mantiene abierta una guerra económica y arancelaria con todos los países del mundo?

Trump negociando con Netanyahu las condiciones del alto al fuego en Palestina.

Y ese es precisamente el debate, porque el premio Nobel de la Paz honra los esfuerzos por la resolución pacífica de los conflictos. Consultando a la IA sobre este asunto, nos dice que premia:

“Los méritos en la promoción de la paz, los derechos humanos y la cooperación internacional, incluyendo la reducción de ejércitos, la promoción de procesos de paz, el trabajo humanitario a gran escala y la defensa de las libertades democráticas y los derechos fundamentales.”  Fuente: IA.

En su discurso, la líder opositora privilegia derechos como la libertad política, de pensamiento y el ejercicio transparente de la democracia. Pero, los fines o métodos utilizados para alcanzar sus objetivos distan mucho de los valores que dan génesis al Premio Nobel de la Paz.

La entrada violenta de camiones con «ayuda humanitaria»

La irrupción violenta de camiones desde Colombia con “supuesta” ayuda humanitaria. Las peticiones públicas y privadas de intervenciones violentas y de fuerza en Venezuela. Su aprobación y promoción de la aplicación de medidas económicas. Su participación comprobada en hechos violentos realizados y develados pone en entredicho el premio, que ya viene bastante golpeado de sus últimas entregas.

El presidente Barack Obama lo recibió 9 meses después de haber jurado en el cargo. Su mandato se resume en 8 años de guerra continua en Afganistán, Irak y Siria.  

Son conocidos sus llamados permanetes a la violencia y a la intervención de fuerzas extranjeras en Venezuela.

Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía, fue reconocido con el Nobel de la Paz en 2020; 15 meses después iniciaba una sangrienta guerra en Tigray, al norte de su país, catalogada por la ONU como devastadora.

Henry Kissinger, Yaser Arafat, Isaac Rabin, Shimón Peres son otros galardonados cuestionados, que incluso generaron renuncias entre miembros del comité de la academia sueca en oposición a sus designaciones.

Juan Manuel Santos, expresidente colombiano, también tiene su Nobel de la Paz por sus esfuerzos por acabar la guerra interna de su país.

Gandhi nunca ganó un premio Nobel.

Santos es recordado por ordenar el bombardeo de un campamento de la FARC ubicado en territorio ecuatoriano, dejando 25 personas muertas y 3 gravemente heridas. Como sabemos, el conflicto no cesó y el narcotráfico y la producción de drogas aumentaron progresivamente cada año.

Trump, citado por RT, ofreció declaraciones en las que afirmó: “No recibir el galardón sería un gran insulto para el país”. Por su parte, la Casa Blanca, en sus vocerías oficiales, declaró que lastimosamente el Nobel “antepone la política a la paz” en la entrega del reconocimiento.

Vladimir Putin, al ser consultado sobre el premio, no dudó en afirmar que está consciente de los esfuerzos reales de Trump por alcanzar la paz en conflictos muy complejos, pero que «ha habido casos en los que el Comité [de Nobel] ha concedido el Premio Nobel de la Paz a personas que no han hecho nada por la paz». Y, en mi opinión, estas decisiones han dañado enormemente la autoridad de este premio».

«Guarimbas»: expresión violenta de la politica opositora en Venezuela.

Irónicamente, el líder mundial que concentra el ideal de un comportamiento, verbo y vida entregada a la paz como estrategia para lograr cambios, Mahatma Gandhi, no fue reconocido nunca con el galardón, pese a que, según fuentes de la misma academia sueca, estuvo en discusión en cinco oportunidades.

La intención política del premio queda prácticamente confirmada para el portal El Debate, que expresa en sus páginas que “el Comité plantea el premio como un acto no solo simbólico, sino como una advertencia al régimen venezolano: ‘Cuando los autoritarios concentran poder, es esencial reconocer a quienes resisten con coraje‘.»

Se supone que el premio no juzga una posición política; visibiliza actitudes promovedoras de diálogo y el reconocimiento mutuo entre las naciones, religiones o creencias.

No sabemos si Nicolás Maduro representa un régimen opresor y criminal o si María Corina Machado es una delincuente cabecilla de un golpe de Estado que negocia los recursos de su país.

Lo que sí sabemos es que su estrategia (la de María Corina Machado) incluye la aplicación de la fuerza como medida coercitiva para alcanzar cambios. Muy parecida a las premisas de los grupos insurgentes de finales del siglo XX que afirmaban (justificando la violencia) que para alcanzar la paz hay que prepararse para la guerra o la máxima maquiavélica de: el fin justifica los medios.

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