3000 dólares por una entrada para la Serie Mundial.
Existe un debate mundial en torno al futuro del negocio del espectáculo centrado en los deportes.
Atrás quedarán las épocas de disfrute masivo del evento; lo que se viene es el acceso popular utilizando el PPV (pago por ver) de transmisiones de streaming o cable.
La entrada ya no corresponderá al costo del espectáculo; lo que pagaremos será el privilegio de ver las competencias en vivo.

El béisbol, un deporte nutrido de la esperanza de muchos pobres, hoy se vislumbra como un show de acceso reservado para las clases más privilegiadas de cada país.
En esta época se juega la Serie Mundial, o lo que es lo mismo, se define el campeón del béisbol norteamericano. Las entradas para poder presenciar un juego van desde los 1.000 dólares hasta los 3.000 dólares americanos, compradas eso sí en las taquillas oficiales, porque en reventa pueden llegar a costar hasta 10.000 dólares.
El salario de un trabajador promedio en los Estados Unidos puede estar entre los 2.500 y los 3.000 dólares mensuales, lo que ajustado a los precios oficiales equivale a un 30 % o un 100 % de su ingreso mensual. Pocos con este nivel de ingreso podrán darse ese gusto.

Varias personalidades de redes sociales preguntaron a principios de este año: «¿Cuánto habían gastado en promedio los asistentes a los juegos del Round Robin en el Monumental de Caracas?». La respuesta fue entre 70 y 100 dólares por persona, incluyendo entrada en tribuna central, cervezas, comida y transporte.
Si en Venezuela un trabajador promedio puede ganar entre 150 y 250 dólares mensuales, ¿cuántos podrán asistir a un juego de pelota?
Toda la industria que mueve el deporte hecho espectáculo permite esa espiral que poco a poco va dejando por fuera a las clases que le dieron categoría.

Pero también, esa misma espiral o modelo de negocio, permite mejoras en las condiciones para el disfrute de la actividad y las nóminas millonarias de los equipos. El ejemplo más reciente, el contrato por más de 300 millones de dólares para el japonés Yoshinobu Yamamoto.
Toda esta infraestructura protege a los deportistas después de retirados, con formas de coberturas de salud, pagos diferidos de contratos y pensiones que le permiten a un jugador promedio que haya vestido cualquier uniforme de Grandes Ligas no morir en la indigencia.
Zlatan Ibrahimović, la estrella sueca del fútbol, agregó recientemente más temas para esta discusión. Asegura el futbolista que un nuevo Pelé o Ronaldinho no se repetirán en el futuro.

Según afirma, tiene que cancelar 3.500 dólares mensuales por cada uno de sus hijos para que puedan practicar el futbol en los Estados Unidos.
Indica que esa realidad no es distinta en otros países, por lo que cada vez es más difícil que un niño pueda, con el deporte, salir de la pobreza.
¿Cuánto cuesta que un niño en Venezuela practique futbol o béisbol?

