¿Es este es el fin del libre comercio?
Las medidas económicas más recientes divulgadas por la administración de Donald Trump han socavado el connotado “libre comercio”, idea por la cual se había perfilado la economía mundial de los últimos años y, en buena medida, responden al espíritu libertario que subyace en el capitalismo.
Conceptos como la libertad de asociación, de empresa, de comercio quedan a un lado por los intereses manifiestos del presidente de los Estados Unidos, quien, ofrece esta inusitada ofensiva mundial, como respuesta interna, para salir de la crisis económica en la que se encuentra su país.

En palabras de los analistas, la estrategia norteamericana se basa en que: todos (estadounidense y el resto del mundo) van a pagar el costo de la estabilización de la economía norteamericana, menos el mismo Estado o el sector privado que, según la nueva directiva de la Casa Blanca, no se haya favorecido del cobijo de privilegios políticos.
Hacia afuera las medidas arancelarias de los Estados Unidos dejan, sin margen de maniobra, a la mayoría de los países que aun lucen aturdidos y no consiguen una respuesta mejor que la retórica para disuadir o “golpear” al agresor.

En medio de esto, el presidente de los EEUU indicó, al referirse a Venezuela y al decreto de imposición de aranceles secundarios a aquellas naciones que compren o comercien crudo o derivados de hidrocarburos de PDVSA, que esta medida ha tenido un efecto inmediato. Según sus declaraciones, a las pocas horas de firmada causó la retirada de los barcos que esperaban carga en los puertos patrios.
Pero, lo más sorprendente de este asunto, es la afirmación de Trump, recogida por el portal La Patilla, según la cual: la fuga de clientes de Pdvsa es “porque si desobedeces nuestras órdenes, no puedes hacer negocios en Estados Unidos, y esa es la gallina de los huevos de oro”.

El mensaje es claro, si yo no tengo la exclusividad del negocio del petróleo en Venezuela, entonces, el que le compre productos, le tendrá que dar una parte de la ganancia a los EEUU, y así, con esta misma ley, trata al resto del comercio mundial.
Chevrón tiene una extensión de licencia hasta el 27 de mayo, no creemos que la administración norteamericana, se cobre un impuesto a sí mismo (valga la redundancia), cuando lleguen los productos venezolanos a los EEUU.
El ensayo con nuestro país parece haberles funcionado, el sistema de sanciones que los EEUU controlan ha permitido que ellos determinen quien puede explotar petróleo en nuestro país y quién no. Con Permisos para negociar con PDVSA se habían beneficiado algunos socios europeos (españoles e italianos), sin embargo, esto ha quedado en veremos.
Una búsqueda elemental para definir el Libre Comercio nos dice lo siguiente: “es un concepto económico que defiende el intercambio de bienes, sin restricciones de ningún tipo, suponiendo así la eliminación de barreras artificiales al comercio voluntario entre individuos o entre empresas”. Y cuenta con las siguientes características:
- El Estado interviene poco en el comercio, dejando que se rija por la oferta y la demanda.
- Se permite la importación y exportación sin restricciones.
- Se promueve la ventaja comparativa, es decir, que los países se centren en producir sus mejores bienes.
- Se mejora la calidad de los bienes y servicios.
Para que exista el libre comercio se deben dar unas condiciones particulares:
- Comercio internacional bienes y servicios sin impuestos (incluidos los aranceles) u otras barreras comerciales (por ejemplo, cuotas de importación, trabas administrativas o subvenciones para los productores);
- Ausencia de políticas de «distorsión del mercado» (tales como altos impuestos, subsidios, regulaciones o leyes) que otorgan a algunas empresas o factores de producción una ventaja sobre otros;
- Incapacidad de las empresas para distorsionar los mercados a través del monopolios u oligopolios impuestos por el Gobierno.
- Fuerte protección del derecho de propiedad;
- Ausencia de controles a la libertad de asociación y de contratos;
- Ausencia de penalización de la competencia;
- Ausencia de controles máximos y mínimos de los precios de bienes y servicios;
- Ausencia de trabas administrativas del mercado
Ninguna de ellas se cumple en la actualidad. Estamos ante un nuevo escenario en el cual, un país impone normas comerciales de compra y venta de forma unilateral; no basta que produzcas de buena calidad y a un precio competitivo; quizás no puedas comercializar tus productos. Esta razón, que se desprende de los últimos acontecimientos, pone en tela de juicio la libertad que ofrecía el capitalismo tradicional (incluso el liberalismo), afectando directamente el ideal de democracia occidental profesado en los últimos 40 años, al menos.

Trump recibe a un país con un aparato industrial empobrecido. Su fuerza laboral, fue trasladada a otras naciones en busca de mano de obra barata. Los aranceles impuestos afectan a marcas como NIKE, asentada en Vietnam, o Chevron que prácticamente tiene el control de la plataforma Deltana, donde yace la 5ta reserva de gas del mundo.
Su balanza comercial se encuentra en rojo, y el déficit fiscal supera los 2 billones de dólares estadounidenses. Posee, según investigaciones hechas por los mismos norteamericanos, un Estado ineficiente que resulta una carga económica para la nación. Como dato adicional, Trump no cuenta con un consenso claro para avanzar en sus planes, para ello, requerirá sortear toda la presión política interna. Todo enmarcado en la crisis cultural y de identidad que desde hace unos 50 años atraviesa la nación. Hoy, el aparato comunicacional y cultural no es tan eficiente como en el siglo XX.
Ante este escenario Rusia y China observan atentos y la Unión Europea se defiende con lo que puede. Trump hace gala de sus habilidades negociadoras y ataca, sabiendo que la sorpresa es parte de su ventaja. Esperemos ver la respuesta del mundo y las nuevas alianzas y rupturas que podrían surgir. Muchas de ellas nos dejarán sin aliento.