Sociedad

De santidades y protocolos.

Con las recientes canonizaciones de José Gregorio Hernández y Carmen Elena Rendiles Martínez, culmina el largo y complicado proceso a través del cual, la iglesia católica, autoriza la canonización de éstas personas, como intercesoras ante Dios.

Son tres las categorías previas a la santidad: ciervo, beato y venerable. Solo si hemos cumplido estas tres condiciones, podremos ser evaluados par ser declarados santos. Este hecho (ser evaluado) puede ocurrir hasta 5 años después de la muerte del postulado.

Papa Juan Pablo II y a su derecha el entonces cardenal Joseph Aloisius Ratzinger (Benedicto XVI)

El papa Juan Pablo II (Karol Wohtyla) es un caso atípico que no se había dado en más de 10 siglos, durante los cuales, ningún Papa había declarado beato a su predecesor.

Para ser esto posible, Benedicto XVI, declaró una dispensa, a los 6 meses de la muerte de Juan Pablo II, para permitir iniciar el proceso de canonización de forma inmediata, sin esperar los 5 años de su muerte como establece el protocolo.

En 2005 se inicia el proceso y, en enero de 2006, avanza firmemente al declararse incuestionable el milagro de sanación de una religiosa francesa, atribuido a Juan Pablo II. Este hecho hace que, seis años y un mes después de su muerte (2011), sea reconocido el milagro en cuestión y quede, solo a la espera de un segundo milagro, para ser declarado santo de la iglesia.

En 2009, por oficio del Papa Benedicto XVI, se había declarado venerable a Karol Wohtyla, por sus virtudes heroicas. En 2013, se aprueba un segundo milagro atribuido a Juan Pablo II, luego de la verificación y estudio del caso médico de una costarricense quien logró curarse de una parálisis cerebral

Ese mismo año, ya bajo la guía del Papa Francisco, se anuncia la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, cuya ceremonia se realizaría finalmente en 2014.

9 años le bastaron Juan Pablo II para convertirse en santo. Muchos analistas llamaron a este proceso una canonización express. Como ejemplo podemos decir que el proceso para la canonización de Juan XXIII se inició en 1963 y, debió esperar 50 años para conocer su desenlace, el cual se soportó, en su innegable vida y virtudes, ya que no cumplió con el proceso de revisión protocolar de milagros.

La feligresía venezolana y latinoamericana puede contar en sus altares con las imágenes de José Gregorio Hernández y de la madre Carmen Elena Rendiles, para elevar sus oraciones de gracias y peticiones a Dios. Dos venezolanos más quedan a la espera de confirmaciones de santidad por parte de la iglesia católica: la madre María de San José y la madre Candelaria de San José.

La premisa es la siguiente: solo Dios puede obrar un milagro. Si una persona pide a otra su intercesión para la obra de un milagro, y este se cumple, se comprueba el vínculo de esta persona con Dios, lo que lo calificaría como santo.

Un milagro abre las puertas del proceso y un segundo milagro, posterior a su beatificación, que implique su continua intercesión ante Dios, hace posible la santificación de una persona.

Aunque también existe la vía del martirio, en la que se demuestra que un beato, entregó o perdió su vida, practicando, expandiendo, defendiendo y multiplicando la fe. Duro, largo y de mucha entrega el camino de la santidad; una vida dedicada al cumplimiento de la fe católica en oración y acción o encontrar la muerte en la defensa de las creencias y la fe.

Pero la devoción y la fe en una persona la entrega el pueblo con sus formas y caminos, todos recorridos por José Gregorio Hernández antes de su declaración oficial como santo de la iglesia de Roma.

En los hogares creyentes no falta su figura y mucho menos en las camas de los enfermos. Otras religiones, incluida la yoruba, lo tiene en sus altares. Esta condición retrasó, según algunos investigadores, la decisión del vaticano sobre la santidad del galeno. Porque milagros tiene, antes durante y después de todo el proceso de santidad.

El sincretismo que arropa nuestras creencias hoy tiene a San José Gregorio tanto en los altares de las iglesias y templos dependientes del vaticano, como en aquellos improvisados en casas y montañas de nuestro país, al lado de María Lionza y el Negro Primero.  ¿Le resta o le suma dignidad al santo?