El efecto Chevron.
¿Impactará drásticamente en la inflación?, ¿afectará negativamente las finanzas públicas?, ¿limitará el margen para la negociación del Gobierno de Maduro?, ¿somos víctimas de una guerra entre gigantes (Chevron y Exxon mobil) por el control de la explotación en aguas de El Esequibo? son muchas las interrogantes que genera la partida de Chevron, en vísperas de conmemorar los 100 años de operaciones en Venezuela.
Chevron mantenía, según su sitio web, 5 proyectos en el país:
- Petroboscán S.A: Edo Zulia, (39,2% de participación)
- Petroindependiente S.A: Lago de Maracaibo (25,2 % de participación)
- PetroPiar S.A: Faja del Orinoco (30 % de participación)
- PetroIndependencia S.A: Faja del Orinoco (34% de participación)
- Loran: Gas licuado, Plataforma Deltana (60% de participación) asociado con el Gobierno de Trinidad y Tobago.
Venezuela reportó a finales de 2024 – inicios de 2025 récords en suministro de petróleo a los Estados Unidos, con cifras cercanas a los 300.000 barriles diarios de crudo, recibidos principalmente, por las refinerías Valero, Chevron, Paulsboro, Phillips 66, Repsol USA, Houston y el nuevo archienemigo Exxon Mobil. Lo que supondría alrededor de un 30 % de la extracción diaria de crudo, tomando como ciertos los datos que indican que se producen en promedio 1 millón de barriles diarios en el país.

Para que nos hagamos una idea, según el reporte de la consultora económica Síntesis Financiera, los aportes en divisas a la cartera venezolana de Chevron ascendían a 200 millones de dólares mensuales, cifras con la que espera despedirse al cierre de marzo. El plazo dado por la administración de Trump para retirarse de Venezuela vence el 3 de abril próximo.
Todos, en el país, sentimos la estabilidad en la economía que produjo la flexibilización de las sanciones otorgada por el gobierno de Biden. Desde 2023 hasta la fecha, habíamos mantenido con cierto control la inflación y la devaluación de la moneda mientras que la sensación de incertidumbre en la población se redujo drásticamente.
Sin embargo, el ambiente enrarecido de las elecciones norteamericanas y las decisiones complejas (por llamarlas de alguna manera) de la administración Trump, mantienen en vilo la confianza dentro del frágil sistema que soporta la economía nacional.
Siguiendo los datos de Síntesis Financiera, la operación de Chevron permitía alimentar el mercado nacional de divisas, reducir la deuda que Pdvsa mantiene con esta empresa (excusa fundamental para lograr el permiso para trabajar con el país) e ingresos directos vía fiscal. Todas acciones claves para la estabilidad financiera nacional, por lo que la salida de la trasnacional energética no representa ninguna buena noticia.

La estrategia de sanciones de los EEUU contra otras naciones no es exclusiva hacia Venezuela, vemos como se ha desatado una guerra comercial y sancionatoria, con aquellos países y empresas que consideran estratégicos para la economía o seguridad nacional de los estados unidos.
México, Canadá, Panamá, Unión Europea, entre otros, se han visto envueltos en la nueva retórica internacional de Trump, que pretende revalorizar los puntos que ponderan el poder hegemónico mundial. La estrategia supone un plan según el cual, el gobierno de los Estados Unidos sanciona gobiernos o empresas incómodas, y, en el caso de los países, el costo lo asume la población.
Llama la atención que, además de Chevron, tienen permisos (otorgados por el gobierno de los Estados Unidos) para funcionar en Venezuela, (en el área petrolera) empresas como: Repsol (España), Maurel & Prom (M&P) (Francia), BP (BP.L)(Reino Unido) y a la energética estatal de Trinidad y Tobago, NGC. Sobre ellas nada se ha dicho. Aunque, se conocen las presiones de sectores políticos nacionales vinculados a María Corina Machado y Leopoldo López, para que la Unión Europea siga el ejemplo de Trump.
Noticias como la difundida recientemente en la que el gobierno nacional anuncia el acuerdo para reiniciar los vuelos de deportación de ciudadanos venezolanos que se mantienen de forma ilegal en los Estados Unidos, habla de un nivel de entendimiento entre ambos países, escenario nuevo en las relaciones internacionales del último lustro.

Se sabe, por el perfil del presidente norteamericano, que gusta negociar, colocando a su adversario en situación de desventaja. Quizás Chevron sea una estrategia para lograr mejores condiciones y beneficios en el acuerdo que, en principio, promete alcanzar con Venezuela. Sin descontar que el hecho abre una ventana de posibilidades para la acción subversiva contra el gobierno de Nicolás Maduro y, en definitiva, contra el país.
En medio de toda esta polémica en gobierno de Nicolás Maduro denuncia una maniobra de la Exxon Mobil, para sacar del mercado a Chevron y alejarlo de la competencia que tiene, incluso en tribunales internacionales, por el control de las aguas territoriales (Esequibo) que Venezuela reclama como suyas. Es decir, de un territorio que, técnicamente, no podría ser explotado por ninguna de las partes que lo disputan. Esto le otorgaría un giro novedoso a la historia, ya que implicaría, no solo una pelea entre dos mega empresas norteamericanas, sino que enfrenta a bloques de poder político de ese país.

Entonces: ¿La decisión de revocar o no renovar la licencia de funcionamiento de Chevron se explica por la alineación definitiva de la administración Trump con los sectores extremistas de oposición al gobierno de Nicolás Maduro? O ¿La decisión forma parte de un plan de guerra interna norteamericana entre las gigantes Chevron y Exxon? O ¿la decisión forma parte de la estrategia de negociación de Trump antes de sentarse nuevamente a negociar, directamente, con el gobierno de Nicolás Maduro? O Es una decisión que favorece a todas las opciones anteriores y Trump, muy a su estilo, queda bien con todos….
Mientras tanto, marzo sigue su rumbo, Chevron opera con «tensa» normalidad y los acontecimientos cambian radicalmente entre un día y otro. Solo nos toca esperar, porque predecir el futuro es materia inútil en estos tiempos.