Pensamiento

Es mi cuerpo, es mi decisión: ¿Será suficiente?

A poco más de haber cumplido 4 años de su muerte, Diego Armando Maradona, aún vive en la ilusión de los fanáticos del futbol y en los pasillos de los tribunales de su país natal, donde comienza el juicio para decidir las condiciones extrañas que rodean su deceso.

Muy similar a los casos de Mathew Perry, Michael Jackson o, más recientemente, Lian Pyne (One Direction), su equipo cercano de cuidados será juzgado por el delito de homicidio simple con dolo eventual, o, lo que es lo mismo, que éstos profesionales, aun sabiendo que una persona, con su actitud se hace un daño potencialmente mortal, no hicieron nada (o poco) para impedirlo.

¿Deseaba morir Diego Maradona?

El juicio que comienza intentará determinar responsabilidades profesionales de mala praxis que (por lo menos) aceleraron la muerte del astro argentino. Y se percibe, en buena parte de los alegatos de la defensa, que la frágil situación del paciente se debía a sus propias decisiones que impidieron, en muchos casos, la actuación profesional.

La discusión alcanza el asunto ético de la sociedad y nos pone en la encrucijada de juzgar si podemos o no decidir el final de nuestros días. Hay países que han legislado sobre esta materia e incluyen prácticas médicas que ayudan a pacientes con enfermedades incurables o con procesos doloroso e incapacitantes, a conducir o acelerar su muerte de forma controlada y digna. Estos países son, entre otros: Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, España, Canadá, Colombia, Nueva Zelanda, Australia, Portugal y Ecuador.

Como vemos Argentina no aparece en esta lista de países, su visión sobre este asunto lo enmarca dentro de la aceptación de la eutanasia pasiva legal: rechazo de tratamientos / retiro del soporte vital, por lo que, toda actitud contraria a estas acepciones es considerada delito.

Muy en la costumbre argentina y más por tratarse del ídolo, el caso ha sido sobrexpuesto en los medios de comunicación.  En medio de esta avalancha de opiniones y de informaciones, el equipo médico y cercano a Diego Maradona asegura que era un paciente difícil y que solo hicieron lo que fue sugerido por él y apoyado por la familia.

Fuente: infobae

Sin embargo, el asunto jurídico pesa y la actuación profesional es la que está en juicio. La muerte de Maradona puede abrir un debate que incluya la muerte asistida, por extremo sufrimiento físico o psicológico (en el caso de personas mayores), como fue recientemente despenalizada en Colombia.

¿Puede una persona decidir qué hacer y cuando terminar con su vida? ¿En cuales condiciones se permite? El debate seguirá abierto por un buen tiempo. Por ejemplo, en Australia, se habla de suicidio asistido, cuando un profesional de la medicina suministra los medicamentos necesarios para terminar dignamente con la vida de una persona, pero, la diferencia se encuentra, en que todo el proceso lo realiza el paciente, sin asistencia del galeno.

La última película de Pedro Almodovar (La habitación de al lado) aborda el tema e, incluso, se vislumbra el asunto no solo desde la óptica de la ética y la moral, sino desde el aspecto legal en el que incurren las personas que deciden (o apoyan) está práctica para aliviar un dolor extremo o sufrimiento.

El juicio apenas comienza, hay elementos que caracterizan al caso:

  • El reconocimiento mundial de Diego Armando Maradona.
  • Su estilo de vida y record de adicciones.
  • Su personalidad extrema.
  • La decisión de recuperación de su operación cerebral fuera de un centro hospitalario, Y los informes de peritos y médicos expertos que indican que:

 Un informe elaborado por una junta médica interdisciplinaria integrada por una decena de especialistas, entre médicos legistas, cardiólogos, psiquiatras, toxicólogos y hepatólogos, concluyó que el actuar de los acusados “fue inadecuado, deficiente y temerario”.

En ese sentido, cuestionaron las condiciones de internación domiciliaria de Maradona. Por ejemplo, carecía de desfibrilador o tubo de oxígeno, falta de controles cardiológicos y de laboratorio en los 14 días previos a su muerte y que no se advirtieron síntomas como “una inusual hinchazón corporal…que vistos sus antecedentes cardiológicos debieron haber generado alguna acción”.

“Maradona comenzó a morir, al menos, 12 horas antes de las 12.30 del día 25/11/2020, es decir, presentaba signos inequívocos de período agónico prolongado, por lo que concluimos que el paciente no fue debidamente controlado”, señaló el reporte.

Fuente: Los Ángeles Times.

Está ventilado en el juicio y será materia fundamental para la decisión que, luego de la operación cerebral, los médicos recomendaron una recuperación controlada en un centro asistencial, cuestión que no se hizo. También es inequívoco el deterioro de Diego Maradona evidenciado y constatado en las conversaciones de los chats compartidos por el equipo que lo cuidaba. En esos mismos chats se describía la situación e, incluso, los problemas legales que acarrearía su deceso.

¿Ha sido el deseo de Diego Armando no recibir tratamiento?, o al menos a no cumplirlo, incluso, a realizar conductas contraproducentes y significativamente peligrosas tomando en cuenta su estado de salud. Para muchos, estas afirmaciones suponen, veladamente, la decisión de Diego de acelerar su muerte.

Foto: AFP

5 grupos creen que hubo negligencia en el caso y acusan de las condiciones de su muerte al equipo responsable de sus cuidados:

  • Dalma y Giannina Maradona. (Hijas)
  • Diego Fernando (el hijo que el 10 tuvo con Verónica Ojeda).
  • Diego Junior. (Hijo)
  • Jana Maradona. (Hija)
  • Las hermanas de Maradona.

Y, por supuesto que hay dinero de por medio. Dalma, Giannina y Diego Fernando incluyeron en sus demandas que el abogado de Diego Armando, Matías Morla, tenía mucho que ganar con la muerte de Diego y ya «ganaba» con el terrible estado en el que se encontraba. Según ellos, firmaba todos los documentos que le presentaban e, incluso, traspasó a nombre del abogado la marca Maradona. El juez determinó que ese asunto no era tratable en el caso de su muerte. Por lo que Maradona seguirá vivo en el futbol y en los tribunales por largo rato y, si seguimos la naturaleza maradoniana, entonces aprovecharemos para hablar, sin tapujos, de:

  • ¿Tiene derecho una persona a acelerar su muerte?
  • ¿Tiene un médico herramientas para tratar a un paciente que se niega a aceptar tratamiento?
  • ¿Está obligado un médico a favorecer a un paciente que desea morir?
  • ¿Este era el caso de Diego Armando Maradona?

¿Será que la libertad nos está consumiendo y la inacción supone el respeto por el otro? En esto se parecen los casos de Jackson, Perry, Pyne, e incluso Pelicot, en los que, declaraciones previas y afirmaciones posteriores, evidencian el conocimiento del mal proceder, o al menos, del comportamiento peligroso y temerario de una o un grupo de personas en contra de otra y, sin embargo, todos esperan el desenlace. No se sabe porqué, no se actúa para detener un evento, que, a todas luces es contrario al ideal de humanidad que se ha construido en las últimas centurias.