Sociedad

Después de vivir 13 años como hombre ha decidido volver a ser mujer.

Tiger Reed, no es un caso aislado, forma parte de un número significativo de personas que, una vez completado el proceso de transición sexual, no consiguen la paz espiritual y mental que esperaban alcanzar. Y ahora, se arrepienten de las terapias hormonales y de las cirugías a las que sometieron a su cuerpo para alcanzar el ideal de género que creían tener.

El tema es un asunto complejo que escarba en nervios básicos de la estructura social contemporánea, tocarlos, provoca saltos en toda la población, y cada quien siente el estímulo en distintos niveles y partes de su psiquis.

El siglo XXI nace y avanza con promesas de transformación en todos los ámbitos de la organización social, y, toca, precisamente, en una de las bases más estables de la historia, el concepto de género. Nunca antes, el nacer, traía consigo dudas: eras hombre o mujer, niño o niña, eso era lo único que teníamos claro.

Lo que se genera a partir de esta determinación es lo que enfrenta al pensamiento contemporáneo. El ser humano fue creando sistemas organizativos alrededor de rutinas y tareas que determinaron el rol para cada género, marcando y condicionando el desempeño y oportunidades de cada uno dentro de la sociedad.  

En lo político, el ideal es más claro, se espera la igualdad de oportunidades independientemente del sexo que se tenga al nacer.  Así se supone que, hombre o mujer, pueda optar a roles y responsabilidades sin que su género implique una carga negativa y que solamente cuente para ello, su deseo y capacidades.

En el ámbito sexual, la cosa cambia, porque el género aplica también en el gusto y deseo sexual. El cambio paradigmático no se ha cerrado y buena parte de la población, por razones, culturales, filosóficas, educativas o religiosas, solo acepta la atracción sexual entre seres de distinto sexo y género, es decir, entre un hombre (nacido hombre) y una mujer (nacida mujer).

Más allá de esta discusión para la cual la sociedad ya plantea respuestas muy acertadas, está el siguiente asunto: ¿qué pasa si al crecer la persona entiende que su género no se corresponde con sus sentimientos? Es decir: puede o no atraerle sexualmente el sexo opuesto, el problema es qué, esta persona, se siente inconforme con su sexo: si sexualmente es mujer, se siente hombre o varonil, si sexualmente es hombre se siente mujer o femenina, este deseo es tal que afecta toda su estabilidad emocional, y su autoestima pasa por el deseo de convertir y ajustar su sexo al género que transita.

La pregunta sería: ¿está la persona (masculina o femenina) atrapada en el cuerpo equivocado? o ¿lo que está equivocado es la mente?

Disforia de género.

La disforia en un adjetivo antagónico a euforia. Por lo que, alguien que manifieste disforia de género experimenta un sentimiento de rechazo, que se desprende, del género asignado al nacer, expresado en angustia, ansiedad, depresión, tristeza, confusión, malestar, incomodidad, desagrado con su propio cuerpo.

Anteriormente esta sensación era conocida como trastorno de identidad de género y era considerado una enfermedad mental. Hoy, se reconoce como disforia de género y es considerada una condición relacionada a la salud sexual.

El punto de vista ha variado, siguiendo este criterio, antes se creía que la “mente” no reconocía a su cuerpo, pero ahora se afirma que, en principio, no es una enfermedad, por lo que se desprende que lo que está mal es el cuerpo.

Este cambio en la forma de clasificar a esta condición trae consecuencias inmediatas sobre quien la padece, tanto en el ámbito médico como social.

En primer lugar, al no ser considerada una enfermedad mental, se espera que el estigma social sobre las personas que lo manifiestan descienda, afectando positivamente la estabilidad emocional del paciente. Todos los testimonios de las personas trans afirman que lo más difícil de sus vidas es la aceptación, en principio personal y luego social. Incluso en su ámbito relacional más íntimo.

Las investigaciones determinaron que los problemas psicológicos o mentales presentados por las personas con disforia de género, eran consecuencia del rechazo social y no de la condición en sí.

El tratamiento para esta condición, involucra protocolos psiquiátricos, terapéuticos, hormonales y, en algunos casos, quirúrgicos, esto último es crítico, ya que, a partir de esta determinación, muchos países incluyeron dentro de su atención sanitaria, a los diagnosticados con disforia de género, y desde el Estado, se atienden las cirugías llamadas de afirmación.

Todo un cambio paradigmático que se sostiene en la clasificación científica del padecimiento, lo cual tiene consecuencias, económicas y políticas que influyen en la oferta pública y privada de salud.

Los resultados.

En general a las personas que padecen de disforia de género se les denomina Trans, y dentro de esta clasificación existen muchas variables, que no necesariamente encajan con la aceptación binaria del sexo: hombre o mujer, masculino femenino.

Existe un grupo trans que experimenta tal sensación de aceptación con el género opuesto al sexo asignado al nacer, que se inclinan por intervenciones quirúrgicas para afirmar el sexo con el que desean vivir. El asunto es que, aunque algunas estadísticas indican que la conformidad con el proceso es mayoritaria, existe un grupo que manifiesta el completo rechazo al proceso de afirmación sexual. En sus testimonios indican cierta displicencia de los terapeutas y asesores clínicos que deben avalar previamente la cirugía. Indica este grupo, que están dispuestos a desandar el proceso para devolver a su cuerpo su imagen original.

Muchos admiten que el cambio no resolvió los problemas y que, por el contrario, acrecentó las dudas y, experimentada la sensación, les da una nueva visión de su sexo y de su género, en la que no necesariamente están implícitas acciones tan radicales como la quirúrgica.

En los casos relatados anteriormente, en los cuales, el paciente indica no mejorar su condición e incluso sienten que han empeorado, ¿no se abre un espacio para la mala praxis médica?

 

Luka Hein demandó en 2023 a los médicos que le practicaron una doble mastectomía, cuando tenía 16 años..

El asunto, como toda actividad que requiera de opinión en la actualidad, se politiza. Un grupo de quienes se arrepienten de las operaciones de transición afirman que nos les fue explicado con detalle, las consecuencias de esa decisión y que, existe un beneficio económico alrededor de la masificación de las operaciones. Todo ello luego del cambio de clasificación de la condición que hoy se conoce como disforia de género.

Algunos estudios en Norteamérica, publicados por el diario The Conversation, afirman que solo el 1% de los que se someten a estas cirugías manifiestan arrepentimiento, al menos en el primer año, luego de la operación. Otro estudio, realizado en Países Bajos (Holanda), indica que el 98 % de los adolescentes que iniciaron terapias hormonales las mantienen luego de un año de iniciado el proceso.

En España hay todo un debate respecto a las “Ley Trans” como se le conoce, que permite a la salud pública asumir los costos de las intervenciones quirúrgicas. En Suecia y Reino Unido han revertido las leyes que permitían las operaciones de afirmación de género.

Otro debate en torno a este asunto se centra en la edad permitida para la operación. Hay una línea de opinión que indica que solo un adulto puede aprobar o consentir la intervención quirúrgica. Hoy, los padres pueden autorizar el procedimiento de sus hijos menores de edad.

Tiger Reed (EEUU)

Un año después de la mastectomía Reed se encontraba profundamente arrepentido y afirma no haber encontrado la paz que tanto anhelaba.

https://www.thefp.com/p/tiger-jamie-reed-detransition-wash-u-transgender-affirming-care

Susana Domínguez. (España)

A partir de los 15 años decidieron su transición. En seis años, a Susana le habían quitado sus pechos y su útero, además de recibir una avalancha de hormonas masculinas. Su cuerpo había sido modificado de forma irreversible. Hoy denuncia no haber recibido acompañamiento psiquiátrico, al punto de no diagnosticarle el autismo, que hoy, le confirman como posible causa de sus conflictos. https://www.elmundo.es/papel/historias/2023/02/22/63f64bbcfc6c83e24a8b4586.html

Sandrita. (España)

«Esa angustia no se va con las operaciones, porque lo que hay que trabajar es la cabeza y el aceptarse a uno mismo: sólo así se puede aliviar un poco. Yo me hice una vaginoplastia y seguí odiando mi cuerpo»

https://www.elespanol.com/porfolio/actualidad/20211024/drama-trans-arrepentidos-enganaron-caes-bucle-cirugias/621438970_0.html

Chris Beck (EEUU)

“Todo lo que me pasó en los últimos 10 años es simplemente horrible. Destruyó mi vida. Yo destruí mi vida. No soy una víctima. Me lo hice a mí mismo, pero tuve un poco de ayuda para hacerme daño”

https://www.hispanidad.com/sociedad/trans-arrepentido-famosos-bloqueadores-pubertad-son-mismas-hormonas-solian-utilizar-castracion-quimica-pedofilos_12038878_102.html

Keira Bell (Reino Unido)

En el 2020, Keira Bell hizo historia con la sentencia del Tribunal Supremo británico que consideraba que los menores de 16 años no están capacitados para cambiar de sexo.

https://www.elmundo.es/cronica/2022/11/02/635c176fe4d4d88f628b4579.html