Alberto Fujimori: El intenso.
Polémico ex presidente peruano, la historia lo juzgará y le asignará el reconocimiento y los señalamientos que merezca.
Perú ostenta la segunda colonia de Nikkei o descendientes de japoneses, más grande de Latinoamérica. La cultura nipona, especialmente la culinaria, tiene amplio arraigo y el apellido Fujimori quedará por décadas en el imaginario político de ese país.
El expresidente gana las elecciones en 1990, derrotando, inesperadamente a Mario Vargas Llosa, dándole una connotación poética a su triunfo. Nunca con ventaja en las encuestas, llega inesperadamente a una segunda vuelta y derrota a su contendor, en la época del giro al liberalismo económico en suramérica.
Muchos le reclaman que, pese a que fue votado para frenar el avance de esa corriente propuesta por el intelectual, terminó aplicando el “Fujishock”, una receta económica dura, de cese de subsidios y privatizaciones en sectores estratégicos y no estratégicos del Perú, mucho más fuerte que la anunciada por Vargas Llosa.
Pero, su administración también vino a poner orden en las cuentas fiscales y estabilizó la economía, a tal punto, que desaparecieron las carretillas con billetes que solían haber en las plazas para satisfacer las necesidades de cambio de los peruanos, víctimas de una devaluación trepidante.
Fujimori también será recordado por apresar al enemigo público número uno del Estado: Abimael Guzmán. Durante años, su ejército, denominado Sendero Luminoso, optó por una confrontación directa e insurreccional, contra el sistema político peruano. Secuestros, chantaje y violencia marcaron la acción del grupo, calificado como terrorista para la época, pero, sin la dirección de su jefe y la acción directa sobre los principales cabecillas, acabó su control sobre buena parte del territorio peruano y así, su poder en la política nacional.
La imagen de Abimael Guzmán, enjaulado y con un traje de rayas blancas y negras, como los comics de mediados del siglo xx, pasará a la historia como una muestra de la iconografía bizarra de nuestros países.
El 5 de abril de 1992 Fujimori sorprende al mundo al anunciar la disolución del congreso y la reestructuración del poder judicial. Argumentó, el entonces presidente, que desde esas instituciones se “obstruían” los esfuerzos para el avance del ajuste económico y la lucha contra “Sendero Luminoso”. La toma militar del recinto parlamentario fue una demostración de fuerza, dándole un nuevo giro a su comportamiento político, que, en definitiva, se fue revelando como en una serie capitular.
El nuevo milenio traía más sorpresas de este personaje. Ese año se develó el escándalo que causó el cese de la presidencia de Alberti Fujimori: los Vladivideos de Vladimiro Montesinos.
Vladimiro Montesinos es un personaje oscuro. De esos que asumen las tareas sucias y limpian la imagen de aquellos para los que trabajan. Estuvo al lado de Fujimori desde el comienzo de su gobierno. Algunas informaciones apuntan a la esposa del expresidente, como la persona que los puso en contacto. Lo cierto es que, como se conocieron, resulta irrelevante al lado de lo que hicieron. Montesinos se encargaba de manejar una profunda red de chantaje y sobornos, que mantenían el poder político, económico, militar y comunicacional en sintonía con sus acciones.
Todas las sesiones de entrega de dinero fueron grabadas, lo cual constituía un inmenso capital para el chantaje, pero uno de igual tamaño en riesgo. El escándalo ocurre cuando uno de los videos es filtrado a la prensa, y se desata la correlación de acontecimientos que dieron fin a la era fujimorista en Perú.
El presidente reacciona y destituye a Montesinos y llama a elecciones generales, incluidas la presidencia, a la cual no se postularía. Sin embargo, la oposición política vio el daño y atacó más fuerte.
La indignación creció cuando se conoció que, luego de la destitución, le fueron entregados 15 millones de dólares a Montesinos como “indemnización”. La presión se elevó, Montesinos huyó de Perú y Fujimori en un viaje internacional, aprovechó una escala en Japón y, vía fax, presentó su renuncia. La historia devuelve tanto a Fujimori como Montesinos a las cárceles peruanas, El primero extraditado desde Chile y el segundo desde Venezuela.
Desde entonces una trama de formalismos legales y solicitudes de protección de derechos humanos, marcaron la vida en prisión de Fujimori. Indultado por el presidente Pedro Pablo Kuczynski, (2017) vuelve a la cárcel en (2019) cuando la justicia peruana determina que el indulto no procede por el tipo de delitos cometidos.
En 2022 estuvo dos semanas nuevamente en libertad, hasta que la Corte Interamericana de Derechos Humanos recomendó devolverlo a prisión. Finalmente, en 2023, se le otorga la medida de libertad hasta su muerte.
El 11 de septiembre de 2021 muere Abimael Guzmán en su centro de reclusión. Ese mismo día, pero tres años después, muere Alberto Fujimori, adorado por unos y repudiado por otros. Este personaje no vio nunca la justicia por, quizás, el crimen más atroz que cometió: permitir el avance del plan, gestado por el ejército peruano, para esterilizar de forma masiva a las mujeres indígenas y pobres del Perú. Se habla de más de 200.000 mujeres esterilizadas de forma forzosa entre los años 1996 y 2000, sin embargo, grupos de defensa de derechos humanos cuestionan la cifra ya que minimiza la verdad.