300 mil preservativos tendrán a disposición los atletas asistentes a los juegos olímpicos de París 2024.
La cifra, aunque impresiona, no supera los 450 mil preservativos puestos a disposición de los atletas por los organizadores de la edición 2016 de los Juegos Oímpicos, celebrada en Río de Janeiro, Brasil.
Desde finales del siglo pasado es más “normal” el relato de los encuentros sexuales en el interior de la Villa Olímpica, donde al parecer, el consumo energético es mucho mayor que en las propias pistas.
Si el pronóstico es que más o menos 10.000 atletas participarán en la justa, nos arroja un número de 30 preservativos para cada uno. Pero, ¿por qué dejar por fuera a organizadores, técnicos, entrenadores, protocolo y el largo etcétera que participa en esta fiesta? Ahora el número parece corto.
Los amantes de las cifras aseguran que solo el 10 % de ese universo de atletas regresará a su país con la gloria de haber ganado una medalla. Por ello, buscan un logro más personal, algo para el recuerdo que alimente su vanidad y valide el esfuerzo de una vida entregada al deporte de alta competencia.
Sin embargo, la vanidad “in pectore” en un mundo donde el ego cobra cada vez más relevancia, está pasada de moda. Hoy los deportistas son mucho más abiertos con el tema. Algunos, cuentan sus historias mostrándose como protagonistas y otros desde el anonimato. Pero en el fondo, nos echan en cara sus logros en la fiesta mundial de los cuerpos más tonificados y esculturales.
Uno de los relatos más famosos es el de Matthew Syed, atleta de tenis de mesa del Reino Unido, quien afirmó que durante los JJOO a los que asistió (2000 y 2004) “hice el amor más a menudo en esos 15 días que en el resto de mi vida”.
Muchos otros atletas han comentado su experiencia (sexual) durante el desarrollo de las competencias deportivas, ya que este embrujo afrodisíaco parece afectar a toda la escala de eventos deportivos, bien sea regional, nacional, continental o mundial. El denominador común: la reunión de atletas de alta competencia en un mismo lugar para compartir por al menos tres días.
La entrega de preservativos en cada edición de los JJOO se ha hecho una tradición y desde Tokio 2020 se introduce un nuevo elemento: las camas anti-sexo. Se trata de una cama diseñada única y exclusivamente para el descanso, con colchones de fibras sintéticas y bases de cartón. Que solo soportan un peso específico y, según sus diseñadores, limitaría el ejercicio sexual.
Lo cierto es que, finalizados los JJOO de Tokio, los atletas dejaron correr videos en los que se les observa saltando sobre las camas y probando de distintas maneras la resistencia de las mismas, con varios de ellos acostados en uno solo de estos catres, como preguntándose: ¿qué más podremos hacer aquí?
La idea sobrevive para esta edición de los Juegos en Paris, la nueva cama anti sexo ya está lista, se trata de un lecho con un ancho fijo de 90 cm y un largo ajustable de 200 cm a 220 cm. Su base es de cartón y viene acompañada de un colchón que, al igual que la base, es 100% reciclable.