Biden, la nueva apuesta mundial
En un mundo en el que el maniqueísmo social (buenos y malos) ha quedado herido de muerte, el nuevo presidente de los Estados Unidos se manifiesta como la gran apuesta: todos esperamos que sea mejor (o menos malo) para nuestros intereses.
Y es precisamente allí donde radica el asunto, en que “nuestros intereses” generalmente no representan los “intereses” del mayor conglomerado mundial de poder en el que se ha convertido la gran nación del norte, dominada visceralmente por las grandes corporaciones.
Pero Joe Biden se presenta (o nos lo presentan en oposición a Trump) como un hombre con experiencia, dispuesto a escuchar, inclusivo, negociador, tolerante y racional. Y, por supuesto, con un mayor compromiso social.
Algunas señas
Biden es apenas el segundo presidente católico (después de JFK) en asumir las riendas de la “gran nación”. En su discurso de toma de posesión, sorprendió a muchos analistas al incluir en sus palabras reflexiones de San Agustín “santo de mi iglesia” dijo, dejando claro desde el primer día su arraigo y filiación religiosa.
Horas después de jurar como presidente, fue posible acceder a la versión en español del portal de la Casa Blanca, idioma vetado por la administración Trump, y, reseñan los medios norteamericanos, que a su oficina entró, además de bustos de defensores de derechos humanos y civiles como Martin Luther King, la imagen de César Chávez, líder campesino de origen mexicano, defensor de los trabajadores indocumentados del campo y abuelo de Julie Chávez Rodríguez, nombrada por Biden, como directora de la Oficina de Relaciones Intergubernamentales, para mayores señas.
Todo es simbólico
Los detractores y algunos analistas políticos ven en estas acciones meras señales de un discurso cuidadosamente pensado y puesto en escena para influir en la opinión del público mundial, la toma de posesión fue un ejemplo claro de esta afirmación.
La presencia de latinos y afrodescendientes, tanto en sus argumentos y decisiones como en personas carne y hueso, responde a la necesidad urgente de un gobierno que reconozca el valor del voto de quienes, solo en el caso de latinos, representan unos 40 millones, cifra nada despreciable para las elecciones norteamericanas.
Estas acciones además de su promesa cumplida (al menos en intención) de volver al acuerdo climático de París, a la Organización Mundial de la Salud y detener el avance del oleoducto Keystone XL, llenan de esperanza a los soñadores, mientras que a los escépticos los colma de desazón, al indicar que detrás de éstas decisiones no hay intereses sublimes, como parece, sino que, forman parte del descaro con el que los demócratas suelen gobernar. Es decir, discursos e impulso de movimientos sin acciones de cambio que involucren un verdadero compromiso con la humanidad. Gatopardo pues: cambiar para no cambiar nada.
Y es que Biden también tiene hechos polémicos, el más sonoro, la Ley de Justicia Penal (1994) redactada por él y aprobada en el gobierno de Clinton que derivó en arrestos masivos, violaciones a derechos raciales, especialmente contra latinos y afrodescendientes y la expansión de la privatización del sistema carcelario norteamericano y, para darle más morbo al asunto, siendo vicepresidente, se llevaron a cabo guerras sangrientas en todo el mundo, aunque hoy afirme que todo aquello fue un error.
Gobierno y parlamento alineados.
El 05 de enero, se terminó de “redondear” la victoria demócrata en las pasadas elecciones. En la segunda vuelta del estado de Georgia, los dos representantes en disputa resultaron demócratas, lo que constituyó la pérdida de la mayoría republicana en el senado y le otorga a los demócratas, aunque con muy poco margen de maniobra, el poder de decisión simple en ambas cámaras.
Si bien es una buena noticia desde el punto de vista político, representa para Biden una mayor responsabilidad, ya que, en entrevista concedida al diario The New York Times (03 de diciembre 2020) afirmaba “Exactamente cuánto logre hacer dependerá en gran medida de dos cosas, señaló Biden. Una es cómo se van a comportar los republicanos en el Senado y la Cámara de Representantes después de que Trump realmente deje el poder. Y la otra es cómo se comportará McConnell si continúa con el control del Senado.”
Esta piedra de tranca (MacConnell, líder Republicano del senado) ya no existe y, en teoría, Biden podría avanzar sin demoras en las reformas de política interna y externa que tiene previstas.
Salvar el status quo
Más allá del control político a lo interno y de aparentes acuerdos de subsistencia entre demócratas y republicanos, la crisis no puede ser más evidente. Un somero análisis del discurso del nuevo presidente nos da luces de los delicado de la situación. Con las cifras que colocan a los Estados Unidos como el país con mayor número de contagios y muertes por Covid-19 y una crisis económica en desarrollo, (que más que crisis económica pareciera, según algunos analistas, el quiebre del sistema económico mundial y del equilibrio de poderes como lo conocemos hasta hoy) el presidente Biden ha centrado su discurso en contener la presión social al interior del país.
Tanto así, que hablan de un movimiento Trumpista, que amenaza con llevar a los Estados Unidos a un caos incontrolable, sin embargo, el presidente, bordea al sujeto (Trump) y evita nombrarlo, todo ello ajustado en una fina estrategia comunicacional que busca evitar un enfrentamiento directo con los seguidores del expresidente. Y es que son más de 74 millones contados en votos, esto si damos como ciertos los resultados de las últimas elecciones, porque según Trump son muchos más.
El relato propuesto por Biden, le plantea como reto a la sociedad superar las diferencias, centrarse en los más altos intereses nacionales y reconocerse como estadounidenses.
Él, como gobierno, promete promover en el Estado políticas y leyes que susciten la igualdad de género, el respeto por las minorías y los derechos civiles, incluido el tema de la violencia policial, el racismo y la intolerancia. Esto, a su vez, conlleva a un rechazo implícito a la violencia interna, es decir al Trumpismo.
Lo planteado es un juego de billar con una carambola imposible: disminuir a un enemigo sin atacarlo directamente, sino a las manifestaciones de su pensamiento. De no lograr la tan ansiada unificación social, Biden pronostica un final impredecible, pero con nefastas consecuencias para el país.
Paralelo al discurso lleno de “meas culpas”, promesas y solicitud de comprensión, va un cúmulo de acciones que demuestran quien tiene el poder: arresto a los cabecillas del asalto al capitolio. Nuevo Juicio a Trump por los incidentes del Capitolio, que de concretarse limitaría la actividad política del ex presidente. Juicio por más de 1.300 millones de dólares al abogado de Trump, por las acusaciones de fraudes que no llegaron a ningún lado y, más recientemente, la declaratoria de Alerta Nacional, por las amenazas de violencia domestica presentadas al Estado por los organismos de inteligencia.
De lo dicho al hecho hay mucho trecho
Para aquellos que gustan seguir los acontecimientos les aconsejamos guardar este enlace con el contenido de la entrevista realizada a Biden por el New York Times, para hacerle seguimiento a sus palabras y ver qué tan cerca, o tan lejos, marcha de cumplir sus promesas electorales. https://www.nytimes.com/es/2020/12/03/espanol/opinion/joe-biden-entrevista.html
Por lo pronto se las resumimos en las siguientes frases:
- “No hay razón por la que 91 compañías de la lista Fortune 500 deban pagar cero dólares de impuestos”.
- “si Irán regresa al cumplimiento estricto del acuerdo nuclear, Estados Unidos podría volver a unirse al acuerdo como un punto de partida para continuar las negociaciones” y levantar las sanciones que Trump le impuso a ese país.
- “Pienso que la mejor estrategia para China es una que logre que todos nuestros aliados (o al menos los que solían serlo) estén de acuerdo. Va a ser una prioridad importante en las primeras semanas de mi presidencia intentar ponernos otra vez en la misma sintonía que nuestros aliados”.
- Cuando se trata de lidiar con China, concluyó Biden, todo se trata de “influencia” y “desde mi punto de vista, no la tenemos todavía”.
- “No voy a ingresar a ningún nuevo acuerdo comercial con nadie hasta que hayamos hecho grandes inversiones aquí en casa y en nuestros trabajadores”, así como en educación, comentó.
- “Tenemos que reconstruir a la clase media”, pero “sobre todo en la región rural de Estados Unidos”.
- Muchos de estos hospitales y clínicas rurales podrían beneficiarse de la telemedicina, pero no cuentan con la conectividad de banda ancha. “Deberíamos estar gastando 20.000 millones de dólares para ofrecer acceso de banda ancha en todo el país”,
- “Ahora, mi evaluación favorable es del 55 por ciento”, dijo. “Trump ha bajado al 42 por ciento”. Un número significativo de independientes y algunos republicanos podrían comenzar a ver el mundo de manera muy distinta en las próximas semanas, dijo.
- “Setenta y dos millones de personas votaron por” Trump, dijo. “Son muchas personas”. Pero tal vez, solo tal vez cuando él se vaya del reflector principal, “no estoy tan seguro de que esa fealdad permanezca. Tal vez se verá un 20 por ciento de ella, o el 25 por ciento. No lo sé”.
A propósito de la cita presentada por Biden en su discurso de campaña sobre San Agustín, les dejamos la micro descripción (Wikipedia) de La Ciudad de Dios, uno de los libros más estudiados del santo y filósofo cristiano que, aparentemente, es muy importante para el nuevo presidente, y así, desde la perspectiva religiosa, laíca o conspirativa hagan sus propias reflexiones y/o comparaciones:
La ciudad de Dios es uno de los libros más importantes del pensador (San Agustín N/R). Es principalmente una obra teológica pero también de profunda filosofía. La primera parte del libro busca refutar las acusaciones paganas de que la Iglesia y el cristianismo tuvieron la culpa de la decadencia del Imperio Romano y más particularmente del saqueo de Roma. Predice el triunfo de un Estado cristiano sostenido por la Iglesia y defiende la teoría de que la historia tiene sentido, es decir, que existe la Providencia divina para las naciones y para los individuos. https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_de_Hipona
Consultar:
https://www.nytimes.com/es/2020/12/03/espanol/opinion/joe-biden-entrevista.html
https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-religion-joe-biden-caso-inusual-presidentes-nid2577027